El “contouring”, la técnica de maquillaje que modifica el rostro a golpe de brocha e iluminador, no solo marcó el 2016 y parte del 17, sino que también azota para ayudarnos a conseguir un cuerpo a tono digno de un auténtico atleta.
A estas alturas, habrá quien más y quien menos, pero nadie desconoce la existencia de una popular técnica de maquillaje llamada contouring, popularizada por Kim Kardashian. El huracán estadounidense que comparte cama con Kanye West no sale a la calle sin aplicarse la técnica de maquillaje que se convirtió en uno de los términos de belleza más buscados en Google durante el pasado año 2016.
Recordemos que esta técnica solo necesitaba dos tonos de maquillaje y una buena agilidad con la brocha: uno de los tonos deberá estar por encima del tono natural de la piel y otro con un par de tonos por debajo. Con los tonos oscuros logramos hundir las facciones que queremos disimular mientras que, con los claros, resaltamos justo las contrarias, y… ¡Voilà! Cirugía artificial en nuestro propio rostro.
Sin embargo, cuando ya creíamos que la fiebre por esta moda estaba llegando a su fin, nos llegó desde el otro lado del charco un nuevo tentáculo del fenómeno: el contourning corporal. Un nuevo puzzle de luces y sombras que nos da pie a jugar con las zonas más sexys de nuestra anatomía, logrando escotes de infarto para ellas y abdominales tonificados para ellos.
Recuerdo hace algunos días, una buena amiga mía, líder de equipo de Mary Kay, me comentaba mientras nos tomábamos un exquisito café que, tanto el strombing, -que acentúa los puntos de luz en el rostro-, como el contouring están ya muy desgastados. “Se supone que el contourning corporal es lo último de lo último, aunque en EE.UU se conoce más. En el mundo del maquillaje, todo se repite, por ejemplo el contouring facial y de pecho ya se hacía en los años 70. Mi madre lo conocía y, de hecho, se lo aplicaba a ella misma. Lo que pasa es que antes se llamaba visajismo. Es lo que tienen las modas, que son cíclicas”
Entonces, rebuscando un poco entre la historia de la cosmética, podemos encontrar al creador del visagismo: el estilista de origen francés Claude Juillard, quien hizo girar su vida en torno a las líneas y formas del rostro. Tras una incansable vida de estudios, descubre una nueva técnica que permite exaltar la belleza del rostro a través del maquillaje y los peinados.
De acuerdo con Juillard, aquellas mujeres que desarrollaban el visagismo debían prestar atención a tres factores esenciales: las características del rostro, entendiendo esto como las formas, las líneas y los volúmenes, las tendencias del momento y lo que ellas mismas deseasen. Pero… ¿qué fue lo que, realmente, llevó a Claude Juillard a investigar acerca de esto? Algo que ninguno de nosotros imaginaría: las clientas de las peluquerías. Como buen observador, Juillard se dio cuenta de que, muchas veces, las señoras salían con cara de descontento de las peluquerías que, previamente, habían dado una nueva forma a sus cabellos. Aunque la mayoría de las mujeres hemos experimentado esta sensación alguna vez, Juillard, como hombre, no entendía por qué pasaba esto; si los estilistas y los peluqueros explicaban a la perfección cómo sería el corte o el color del pelo. Así, llegó a descubrir la gran falla con la que contaba la peluquería: no se tenía en cuenta el efecto del corte o del color en el rostro particular de cada mujer. De esta manera, el visagismo le ayudó a dar valor a la belleza de las personas, ayudándose de técnicas de estilismo y maquillaje que, obviamente, no afectan por igual a cada rostro particular.
Así, Juillard animó a aquellos profesionales de la estética que quisieran brindar un servicio más completo y de excelencia a sus clientes a indagar y abrir su mente ante el fenómeno del visagismo. Un fenómeno que, con otro nombre y en otro tiempo, sigue afectando a mujeres y, cada vez, a más hombres.
Tal fue el impacto que esta técnica generó sobre la raza humana que, impulsada por la omnipresente Kim Kardhasian, se ha convertido en tendencia de los recientes años, focalizándose ya no solamente en el rostro, sino en el cuerpo… ¡y facilitando, de una manera diferente, la operación bikini! Porque, te diré que, después del periodo navideño, a muchas de nosotras nos preocupa tanto o más que la mismísima cuesta de enero.